El primer ministro David Cameron sorprendió a propios y extraños con la mayoría parlamentaria que alcanzó su partido. Gobernará otros cinco años. Describió los 331 escaños conseguidos (el 51 % del total) como “la más dulce de las victorias”
En Escocia, la independentista Nicola Sturgeon les arrebató casi todos los escaños a los partidos tradicionales. El líder laborista Edward Miliband fue el gran perdedor de las elecciones al ser prácticamente barrido en Escocia donde se presentó. No pudo canalizar el descontento de muchos que prefirieron la actual seguridad de una relativa recuperación económica a un panorama incierto y quizás populista de mejoras sociales. Miliband trató de darle a su partido un viraje a la izquierda, descuidando el centro del espectro político, que el partido de Cameron en sus cinco años sí supo conservar.
Un país líder en democracia
Los politólogos no nos cansamos de estudiar y admirar la historia política de Inglaterra y la interesante evolución de sus instituciones, desde 1.640 cuando se inició el proceso. Ella realizó un siglo antes -sin grandes traumatismos ni cadalzos ni revoluciones sangrientas- (como ocurrió en Francia) lo que otros países del continente europeo lograron después: a saber, pasar de los absolutismos de Estado (monarquías absolutas) a democracias legítimas y eficientes (gobiernos parlamentarios) de amplia sustentación popular.
Los políticos, y también los historiadores, gustan hacer remontar hasta Atenas (siglo IV antes de Cristo) las modernas formas de democracia. La verdad es que casi todas ellas derivan de la rica experiencia británica: la Carta Magna, el habeas corpus, el parlamento estilo Westminster, los partidos, las elecciones periódicas.. son todos inventos británicos.
El sistema político inglés funciona bien. No es un sistema político presidencialista, como el iniciado por EUA en 1789 y copiado por todas nuestras repúblicas. Sino un sistema de Primer Ministro (de alto perfil), que preside el gobierno, bien cimentado en una mayoría partidista (puesto que el sistema electoral desemboca en representantes únicos y no de representación proporcional). Por ello, en unas elecciones generales como las recientes de Mayo, se juega en Inglaterra todo el mundo de la política, igual o casi más que en nuestras elecciones presidenciales. El Partido que mayoritariamente controle el Parlamento (Cámara Baja) con sus 650 escaños, es el que gobierna por 5 años, a través de su líder, investido como Primer Ministro, el cual designa su propio Gabinete de gobierno (Ministry, Offices y Boards).
El Laborismo
Organización nacida en 1900 como resultado del sindicalismo británico y de los movimientos socialistas de finales del siglo XIX, tomó su nombre de Partido Laborista en
1906 y fue desplazando al tradicional Partido Liberal, de modo que ya en 1922 era el segundo mayor partido en Gran Bretaña.
A partir de 1940 el partido desarrolló un amplio programa de reforma social, que comprendía la nacionalización de industrias claves. Gana las elecciones en 1945 y con Clement Attlee, como Primer Ministro, aplica un sistema de nacionalizaciones, que ya en 1951 comprendían la quinta parte de la economía. Dio el visto bueno a la independencia de India en 1947 y apoyó la formación de la NATO. Las últimas elecciones que por esa época ganó el
Laborismo fueron las de 1974, con Harold Wilson. Y en Mayo 1979, con James Callaghan, las perdió frente a Margaret Thatcher, habida cuenta de crisis energética, frecuentas huelgas, baja
productividad y unos altísimos costos para mantener funcionando el famoso Estado de Bienestar. Se produce una división interna del Partido en 1980 que lleva a una rama de él a conformar un alianza con el Partido Liberal que conformó a los llamados Demócratas-Liberales (Lib-Dems).
Tony Blair
El anterior triunfo del Laborismo (en Mayo del 2010) no puede hoy explicarse sólo por la figura juvenil, fresca y atractiva del candidato (43 años), ni por su sólida preparación intelectual y consistente retórica (abogado de Harvard), ni siquiera por el cansancio e inevitable desgaste de 18 años de un partido de gobierno, el cual por lo demás tuvo innegables aciertos y realizaciones en lo económico e internacional. El triunfo electoral, a mi juicio, se debió al fuerte VIRAJE que supo imprimir Blair al Partido Laborista. En tres años, con mucho realismo y pragmatismo, logró que el Partido dejara atrás el viejo Izquierdismo, con sus machacados slogans (“el poder para los obreros”, “el Estado es el gran empresario”, “que se pudran los ricos”, “tenemos autosuficiencia frente a Europa”) y se ubicara con realismo en un centro político post-ideológico..
Casi que logró convertir el Laborismo en el rostro aceptable del Thatcherismo de la llamada Dama de Hierro. Su carta de navegación lo llevó a transitar “por entre la antigua izquierda y la nueva derecha, y tratar de ir adelante de ambas”. Pasó la era del gobierno centralizado. El nuevo Laborismo comenzó a acepta el capitalismo, los libres mercados y la privatización. Blair, en su campaña, se comprometió a no aumentar los impuestos, a no aumentar el gasto público, a no renacionalizar las compañías privatizadas bajo Thatcher y Major, a no restaurar el poder de los sindicatos.
Blair confesó a Time: “Algunas de nuestras políticas pueden solaparse (overlap) con las del Partido Conservador. Fine. Y lo harán, porque no habrá más una guerra ideológica a muerte… Pero los valores que todavía motivan a gente como yo son diferentes a los que motivan al Partido Conservador”.
Es decir, su largo gobierno apuntaló -con algunos retoques- lo bueno del Thatcherismo, pero insuflándole el largo aliento del llamado Fabianismo (un humanismo de inspiración bíblica con elementos de Socialismo moderado).
“Yo soy un político radical de Centro”. Y ciertamente funcionó con éxito en un país tan singular y difícil de imitar como es la Gran Bretaña, donde los siglos han aclimatado un gran sentido de comunidad, un gran sentido de justicia, y la creencia de que lo individual prospera mejor en una sociedad más cohesionada y decente. Los hechos durante tres períodos consecutivos de Tony Blair así lo confirman.
(Remito a mi artículo comentario: “Blair un líder y un estadista “. Observatorio de Política Internacional 21-05-07. El actual gobierno de Santos en Colombia lo tiene como avezado asesor, con altos honorarios cubiertos por los Emiratos Árabes Unidos).
Acotaciones
Tras lo comentado de los resultados escuetos de las elecciones británicas, quedan como sugerencias: 1) Dos referendos pendientes sobre el Reino Unido, uno el separatista de Escocia (ya votado en septiembre del 2014 con un NO) y otro el de la pertenencia a la UE (Unión Europea). 2) Una propuesta de más calado hacia un mayor federalismo del Reino Unido que un eminente, profesor de Política Británica de la Universidad de Leeds, Andrew Scott Crines ha caricaturizado con cierto humor en la frase: “el Reino Unido tal y como lo conocemos ya está muerto. En su lugar, es esperable que se desarrolle una federación más descentralizada, en la que el parlamento de Westminster goce de una influencia cada vez menor en los países que lo componen. De hecho, el periodo por el que estamos atravesando podría describirse como el ‘Zombi Unido’”.